Quizás nunca nos imaginamos que cuando la armada norteamericana instauró el acrónimo VUCA a finales de los ochenta, con el fin de describir una situación en el contexto militar, estaríamos hoy, cuatro décadas más tarde, reflexionando acerca de la similitud entre su significado con lo que se vive en el ámbito empresarial.
En retrospectiva, es posible aseverar que la gerencia, el estilo de liderazgo predominante, anclado y amarrado al poder, al control, a la rigidez, la culpa, retaliación y lo tradicional, a pesar de las tantas advertencias ha creado ese entorno VUCA: volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad y ahora cuando hay muchos incluso expertos a punto de decir: me rindo, andamos buscando quien le pone el cascabel al gato.
Esto ha dado origen a otro fenómeno que se conoce con el nombre de incertidumbre epistémica, en la que se declara abiertamente la incertidumbre, la falta de conocimiento e información para atender y resolver situaciones que se viven. En la salud lo vimos muy de cerca a raíz de la pandemia.
En lo personal y en lo empresarial es complicado vivir en un ambiente de incertidumbre. Es una causa de stress, es percibido como una amenaza y lo que se activa es el fenómeno de parálisis o huida, dando vida a un coctel emocional algo peligroso si permanece en el tiempo: miedo y frustración, porque recordemos que cuando la emoción se enciende, el cerebro se apaga. La tendencia es a preferir y seguir en la mala certidumbre, la famosa zona de confort.
¿Cómo nos sacan de aquí los mismos que nos llevaron a esto? Sería la pregunta lógica de muchos con la natural desconfianza en que los lleven por buen camino. No son muchas las opciones, lo que si puedo decir que son ingredientes sine qua non estas tres claves que comparto con ustedes
- Humildad, reconocer la responsabilidad y comenzar a desandar el camino en concordancia con el entorno.
- Contrastar para comprender y armonizar los distintos puntos de vista para lograr importantes acuerdos y cursos de acción. Tener un input 360 grados es lo ideal.
- No cabe duda de que esto demanda un cambio en el estilo gerencial, una profunda transformación que provoquen distintas actitudes en cada uno de los integrantes de las organizaciones independientemente del cargo.
Todo apunta a un cambio en la forma de pensar y actuar y esto es fundamental para el ansiado bienestar organizacional. Por lo tanto, la culpa no es precisamente de la VUCA sino de quien la alimenta.